La pobreza no es sinónimo de Suciedad
Por: Ana Lucía Rosales.
Guatemala registra 52.8 % de habitantes en pobreza y pobreza
extrema, de los cuales el 39.8 % es indígena y 13% no indígena. De esta población,
el 35.3 por ciento vive en área rural y el 11.2% en el casco urbano.
Se entiende que una gran parte de la población vive en escasos
recursos, alimentación, vestimenta, educación, etc. pero esto no es excusa para
que anden sucios, despeinados, mal vestidos y con una apariencia desagradable.
La pobreza y la humildad no es sinónimo de suciedad e inmundicia…
son notables las familias que a pesar de tener recursos casi inexistentes, se
esfuerzan por mantener su entorno limpio, tienen cultura y educan a sus hijos
para que salgan a delante, por desgracia son pocos y muchos refieren la vida de
flojera, prefieren vivir en la inmundicia, esparcirla y dar lastima…
Los hechos muestran que los barrios habitados por gente
considerada de escasos recursos son los más sucios y abandonados. Estas personas
viven bajo estas circunstancias a lo cual se acomodan a vivir de la misma
forma, lo que afecta tanto su apariencia física como su salud.
La pobreza no necesariamente es sucia, pero termina volviéndose
sucia. Es una pena ver a estas personas en las calles como indigentes, tanto
personas adultas como niños en unas condiciones pésimas de higiene y mal aspecto
físico. Es recomendable que estas personas conozcan la higiene personal y la
pongan en práctica para que puedan tener mejor aceptación ante la sociedad.
La gente prefiere vivir en la suciedad, yo tampoco lo
entiendo, porque también la suciedad es una cuestión de percepción, de costumbres
y de formas de entender la limpieza. SE dice que la gente huele a lo que come y
a las veces que se baña, a cómo trabaja y como suda.
Esta situación conlleva a que estas personas resulten
marginadas al relacionarse con personas fuera de su entorno, tachadas de
vagabundos, limosneros y “shucos”. (Termino coloquial)
Viéndolo de otra perspectiva la pobreza rural no es sucia,
es terrosa, pero no es sucia. En aldeas lejanas lo primero que me ofrecen es
una palangana con agua para lavar mis manos antes de comer, los pisos son de
tierra tan barrida y apelmazada que parece cemento. Hay orden en las casas,
pero la tierra mancha, no es piso de cerámica, es tierra.
Las mujeres y los niños se bañan en el rió, lavan la ropa escrupulosamente en las piedras, duele la espalda y se rajan las rodillas…
regresan con olor a jabón y con una carga de ropa mojada, los niños se vuelven
a ensuciar en el regreso a la casa, no hay zapatos y la tierra y el barro
ensucian…. Pero la pobreza no es sucia, es parte del vivir en un planeta que
llama “tierra” el llenarse de su sustancia.


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